“Desde la primera infancia, nos enseñan lo que nos dicen las autoridades, los padres, la mayoría, el cura… Primero a creer, y luego a razonar sobre lo que hemos creído. No; la libertad de pensamiento es justo al revés, es primero a razonar y luego creer en lo que nos ha parecido bien de lo que razonamos. Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor”.
Esta cita del escritor y economista José Luis Sampedro alerta de la facilidad que tiene nuestra sociedad para condicionar el pensamiento de unos seres que nos creemos libres, pero que, en muchas ocasiones, actuamos y decidimos bajo los efectos de intereses ajenos, en ocasiones políticos, otras veces, sociales y, casi siempre, económicos.
Esta es una reflexión que comparto habitualmente con mis hijos y con mis alumnos, a quienes animo a utilizar siempre el sentido crítico, expresando todas las dudas y objeciones que se les presenten para configurar una opinión ante un hecho determinado.
Para pensar y decidir libremente debemos educar la capacidad de aislar todos los elementos contaminantes que, subconscientemente, condicionan el pensamiento y la capacidad de decisión ante cualquier situación que se produce en el día a día. La posición de políticos, medios de comunicación o cualquier otro líder de opinión relevante favorece que paulatinamente la sociedad vaya tomando una posición ante dicha situación sin no siquiera realizar ningún análisis propio para elegir una posición propia y coherente con los valores de cada persona.
El mundo empresarial no es ajeno a esta manipulación encubierta. Muchos profesionales creen estar tomando libremente sus decisiones, pero en realidad, están influenciados por muchos factores que se activan a su alrededor.
El profesor y experto en administración de empresas, Jerry B. Harvey, en 1988 reflejó esta circunstancia en su libro “La Paradoja de Abilene y otras reflexiones sobre gestión” una metáfora que explica el fenómeno de la toma de decisiones condicionada por el entorno.
Una calurosa tarde en Coleman (Texas), una familia, compuesta por un matrimonio y los padres de la esposa, estaba jugando al dominó cómodamente a la sombra del porche de su vivienda.
En un momento dado, el suegro propuso realizar un viaje a Abilene, una ciudad del estado de Texas situada a 80 km:
- La mujer respondió: “suena como una gran idea”, pese a tener reservas porque intuía que el viaje sería caluroso y largo. Pensó que sus preferencias no serían afines a las del resto del grupo y decidió callarlas.
- Su marido dijo: “A mí me parece bien. Sólo espero que tu madre tenga ganas de ir”.
La suegra después expresó: “¡Por supuesto que quiero ir. Hace mucho que no voy a Abilene!”.?
En vista de que nadie se opuso a la idea del suegro, todos se pusieron en camino a Abilene. El viaje se hizo caluroso, polvoriento y muy largo.
Cuando llegaron fueron a una cafetería, aunque no tuvieron mucha suerte con la comida que eligieron, ya que no les gustó. Después de cuatro horas volvieron agotados.
Ya en casa, uno de ellos, con mala intención, dijo: “Fue un gran viaje, ¿no?”.
- La suegra respondió que ella hubiera preferido quedarse en casa, pero decidió seguirles sólo porque los otros tres estaban muy entusiasmados.
- El marido respondió: “No me sorprende. Sólo fui para satisfaceros”.
- La mujer dijo: “Sólo fui para que os sintierais felices. Tendría que estar loca para desear salir de casa con el calor que hace”.
- El suegro después explicó que lo había sugerido únicamente porque le pareció que los demás podrían estar aburridos.
El grupo se quedó perplejo por haber decidido hacer juntos un viaje que ninguno de ellos quería hacer. Todos hubieran preferido estar sentados cómodamente, pero no lo admitieron cuando todavía tenían tiempo para disfrutar de la tarde.
La toma de decisiones en grupo implica la participación de varias personas que han de tomar decisiones de forma colectiva para alcanzar una solución en común para resolver un problema.
Las decisiones se toman en grupo cuando los problemas son demasiado grandes para tomar una decisión individual o porque involucra a varias de las áreas funcionales de la empresa
Generalmente, un proceso de toma de decisiones en el que participan varios individuos o expertos, cada uno de ellos aportando sus propios conocimientos, experiencia y creatividad, proporcionará una decisión de mayor calidad que aquella aportada por un único experto o decisor.
Pero también, el proceso va a encontrarse con divergencia de opiniones, distintas expectativas y metas en cada uno de los miembros, propuestas más audaces que creen obviar el riesgo por la protección del grupo, elevado consumo de tiempo en deliberaciones y personas que tratan de imponer su opinión sobre el resto.
Una decisión de grupo tiene que ser una decisión única. Por ello, la confrontación entre los objetivos de los diversos participantes hace que surjan las siguientes figuras:
El grupo debe saber resolver el conflicto a través de la negociación para poder tomar una decisión acertada que sea asumida por todos los miembros.
La paradoja de Abilene se da cuando los límites de una situación particular presionan a un grupo de personas para actuar de una forma que es opuesta a sus deseos individuales. El fenómeno ocurre cuando un grupo continúa con actividades desacertadas que ningún miembro de tal grupo quiere, porque ningún miembro está dispuesto a expresar objeciones.
Las teorías de la psicología cognitiva social sugieren que la especie humana suele sentirse desanimada para actuar en contra de la tendencia del resto del grupo. Existen ciertos frenos sociales que impiden a los individuos expresar abiertamente sus sentimientos o seguir sus inclinaciones. Los efectos son siempre devastadores, pues generan frustración, enfado e insatisfacción.
La anécdota, que sirve para ilustrar procesos erróneos de toma de decisiones, tanto en el ámbito personal como empresarial, es una forma de pensamiento de grupo, un fenómeno que ocurre cuando los individuos del grupo se orientan tanto a buscar la aprobación, que la norma del consenso vence a la evaluación realista de diferentes alternativas de actuación.
En esta situación, los puntos de vista diferentes se convierten en minoritarios o impopulares como resultado de las presiones de grupo.
Una técnica para prevenir este tipo de pensamiento gregario que conduce a una toma de decisiones poco satisfactorias es preguntarse: ¿Estamos yendo a Abilene?. De este modo se puede determinar si la decisión colectiva es legítimamente adoptada por los miembros del grupo o si es, solamente, el resultado influenciado por el pensamiento grupal.
En resumen, aun a riesgo de ser el único ser del universo que piense y actúe de forma diferente a los demás, tenemos que aprender a expresar nuestros deseos y opiniones sin miedo y tomar decisiones con asertividad.
Miguel Ángel Marco dice
Desde la escuela se puede llevar a la práctica estas ideas a través del Trabajo cooperatio y del Pensamiento Divergente. Me ha venido a la mente una cita mientras leía el artículo. Siento no recordar el autor de la misma, pero allá va: «Solo los peces muertos siguen la corriente»