El Ministerio de Defensa ha lanzado una campaña de publicidad en la que quiere resaltar la profesionalidad, el espíritu de superación y la voluntad de servicio de nuestras Fuerzas Armadas. La campaña se sintetiza perfectamente en su propio slogan: “El valor de servir”.
Valor y servicio son los ejes de la campaña y a su vez son los sentimientos que mueven y motivan a un gran colectivo humano, compuesto por hombres y mujeres, valiosos y valientes, que vela por la seguridad de los ciudadanos españoles, son garantes de la paz en países que sufren las secuelas de las guerras y siempre que ocurren catástrofes naturales tienden su mano para ayudar donde sea necesario.
Ambos términos tienen múltiples acepciones, lo cual incrementa su aportación publicitaria.
Así, valor tiene, entre otros significados:
- Grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite.
- Cualidad del ánimo, que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros.
- Fuerza, actividad, eficacia o virtud de las cosas para producir sus efectos.
- Persona que posee o a la que se le atribuyen cualidades positivas para desarrollar una determinada actividad.
Y del concepto servir se pueden resaltar las siguientes:
- Estar al servicio de alguien
- Ejercer un empleo o cargo propio o en lugar de alguien.
- Aprovechar, valer, ser de utilidad.
- Obsequiar a alguien o hacer algo en su favor, beneficio o utilidad.
- Poner en un plato, vaso u otro recipiente la comida o la bebida que se va a tomar.
El anuncio deja de manifiesto el orgullo que sienten sus familiares, sus amigos y el que sentimos todos por las personas y profesionales que se entregan a su misión sirviendo hasta el extremo y entregando, incluso, su vida por aquellos seres humanos que les necesitan.
Servir con valor
Pero no es necesario formar parte de las Fuerzas Armadas para entregarse a nuestras tareas diarias con voluntad de aportar lo mejor de nosotros mismos a quienes nos rodean.
Alguien me dijo en una ocasión que cada mañana, al levantarme, debía dedicar el día a alguien y en todas las actividades que realizara durante las 24 horas, debía tenerle presente. Puedo asegurar que, a pesar de que no siempre es tarea fácil, ejerce una fuerza motriz sobre el organismo y la mente que te permite superar barreras, fatigas, miedos y cualquier tipo de resistencia real o imaginaria. Merece la pena intentarlo… cada día.
Pero en estos tiempos, servir a los demás es una actitud claramente devaluada. Todos conocemos ejemplos de personas que nos han atendido con desidia o con mala educación, o que sólo ven en nosotros un medio para ganar dinero o un estorbo a su placentera inapetencia vital.
Se confunde con descaro entre “servirse de” y “servir a”. Aprovecharse del esfuerzo de los demás en beneficio propio, buscar la comodidad, regocijarse en el hedonismo, en lugar de vivir la vida con proactividad, generosidad y compromiso.
Por fortuna, también son incontables los ejemplos de personas que llenan su vida sirviendo a los demás, bien sean su familia, sus vecinos, su empresa o incluso a la Divinidad de su propia religión.
Todos ellos tienen algo en común, lo hacen con ilusión, optimismo y paciencia, lo que garantiza un mejor resultado final en su quehacer diario, una mejor imagen en su entorno y una plena satisfacción interior.
Ese es el gran valor de servir.
Nuestra vida y la de quienes nos rodean sería más fácil si cada día al levantarnos nos gritáramos a nosotros mismos: ¡ten valor y sirve a los demás!
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