El primer impulso antes de abordar este asunto era titularlo: ¿Estamos locos?, pero la cordura me ha aconsejado ser más prudente y buscar un término que no tenga en cuenta mis emociones y tan sólo exprese mi opinión en el tema que quiero exponer. “Expañoles” creo que es un buen titulo.
Del aula al paro
Durante la última reunión del Foro Económico Mundial de Davos, su presidente, Klaus Schwab alertó del riesgo que supone para algunos países de la Unión Europea su elevada tasa de paso juvenil, que en el caso de España se agrava por la situación de sobreendeudamiento de las familias. La deuda de los hogares españoles se está trasladando a las empresas, a los bancos y de éstos, al propio Estado. La gran cuestión que planteaba Schwab es si el pago de esta deuda se va a obtener de los contribuyentes o si se va a transferir a la próxima generación.
La cuestión es muy delicada, porque la tasa de desempleo juvenil (menores de 25 años) en la Europa de los Veintisiete se ha situado en el 21% (20,4% en la Eurozona). España lidera el ranking de países con un abrumador 42,8%… ¡el doble de la media europea! Y sigue creciendo.
Si no somos capaces de resolver este problema, el horizonte de nuestros jóvenes, especialmente en España, puede convertirse en un angosto callejón del que sólo se pueda salir emigrando a otros países. El propio Schwab planteó, rememorando Mayo del 68, que la situación puede empeorar si la juventud acaba revelándose contra las generaciones anteriores a quienes consideran culpables de su situación. En cualquier caso estamos ante una crisis social que puede tener un mal final.
De vuelta a Alemania
Ante la reciente cumbre Hispano-Alemana que se celebró en Madrid el pasado 3 de febrero, la canciller alemana, Angela Merkel, informó que su país, que está creciendo a un ritmo del 3,6% en 2010, necesita cubrir entre 500.000 y 800.000 puestos de trabajo especializados en las áreas de ingeniería, sanidad, docencia, hostelería y turismo. Y como no cuenta con ese número de profesionales disponibles en Alemania, ofreció a los jóvenes españoles cualificados y con un nivel intermedio de alemán expatriarse a su país a desarrollar su carrera profesional.
Las condiciones de esta oferta, oficializada mediante un acuerdo entre ambos países, ya están disponibles en la web del Ministerio de Trabajo e Inmigración. También a través de la web de la Embajada Alemana en España se puede obtener información de otras ofertas dirigidas a profesionales de otras áreas de actividad que atesoren buenos conocimientos de la lengua alemana.
Este acuerdo entre los gobiernos alemán y español poco tiene que ver con el que suscribieron ambos países en 1960, y que permitió emigrar a más de medio millón de españoles a tierras teutonas. En aquel momento, Alemania necesitaba mano de obra para absorber su fuerte expansión económica y sus necesidades laborales para la producción industrial (empresas químicas y metalúrgicas). La crisis de 1973 provocó el retorno de la mayor parte de estos emigrantes.
La diferencia es que los emigrantes de los años 60 eran fundamentalmente trabajadores no cualificados, y de sexo masculino. Aunque muchos trasladaron también a su familia, la mayoría iba a trabajar durante un tiempo determinado y con el objetivo de enviar dinero a sus familiares en España. El idioma y la cultura eran factores que dificultaban su integración social en el país. El regreso, en estas condiciones, estaba prácticamente garantizado.
En este caso, la situación es muy distinta. Los jóvenes, hombres y mujeres, tienen una elevada cualificación y van a un país en el que su categoría profesional es muy reconocida tanto a nivel social como económico. Conocen el idioma y son hijos de la globalización y la interculturalidad. Y además, Alemania es una locomotora económica en el que la industria es el principal factor de desarrollo. Es difícil que un joven que inicie su carrera profesional en estas condiciones se plantee volver.
¿Se van o los echamos?
La imparable marcha de nuestros profesionales más cualificados invita a realizar una profunda interpretación de esta situación:
- Alemania está basando su crecimiento en la innovación y los ingenieros son esenciales para cubrir este objetivo.
- El gobierno alemán busca en España profesionales cualificados, especialmente ingenieros, porque sabe que en nuestro país puede encontrarlos. Esto supone un reconocimiento a la reputación internacional de nuestros profesionales, además de una gran oportunidad laboral. Las malas perspectivas de la economía española son un factor decisivo para hacer las maletas.
- El Gobierno español está elaborando la futura Ley de Servicios Profesionales que mezcla las disciplinas y especialidades de la ingeniería española, degradando la titulación y convirtiéndola en el “furgón de cola” de las economías desarrolladas. Este puede ser el gran detonante para que se produzca un efecto fuga de nuestros jóvenes talentos. Dejar pasar este tren con destino a Alemania sin subirse a él es un riesgo para el futuro de muchos jóvenes.
- Formar el talento tiene un coste. La inversión realizada en nuestros jóvenes universitarios se va a perder si ejercen y tributan en otros países. El ministro Gabilondo indica que estos profesionales deben volver para evitar la fuga de talento y perder la inversión realizada. Siendo realistas, cuando un joven echa raíces en un lugar donde su profesión se enmarca dentro de una elite profesional, es difícil que se plantee el retorno.
- La baja calidad de los contratos de muchas empresas españolas se traduce en sueldos bajos e inseguridad laboral. Muchos de los licenciados que se incorporan al mercado laboral al finalizar sus estudios se convierten en mileuristas. Al no ver compensados sus esfuerzos durante sus años de estudio su ilusión se transforma en desmotivación y se resiente la credibilidad del sistema educativo español.
- La mayor preocupación del Gobierno y los agentes sociales, empresarios y sindicatos, no es afrontar el futuro de los profesionales en activo actuales y de los que vendrán. Su mayor preocupación en estos momentos son las jubilaciones, el subsidio de desempleo, el acceso a subvenciones y otro cúmulo de medidas que garanticen el Estado de la Comodidad, digo el Estado del Bienestar.
El Gobierno de España debería tener como prioridad articular un proyecto-país a largo plazo que tuviera como eje estratégico la productividad de nuestras empresas y de nuestros trabajadores. En vez de eso, nuestros políticos se empeñan en poner el marcha miniproyectos electorales de 4 años de vigencia. Su horizonte está en las próximas elecciones y su decisiones diarias se ven extremadamente influidas por las encuestas de opinión.
En materias como el modelo de Estado, la educación, el empleo, la sanidad o la seguridad, entre otras, deberían garantizarse unos mínimos estables que contaran con el consenso del Gobierno y de los principales partidos de la oposición y que nunca fueran atacados por los intereses electoralistas de partidos y candidatos.
Además, la construcción y el turismo no son sectores económicos suficientes para asegurar el futuro de las generaciones actuales y venideras. Nuestro modelo productivo y económico debe transformarse totalmente. Para ello, nuestros dirigentes deben determinar en qué campos quiere y puede destacar España y hacia donde se van a centrar los esfuerzos durante los próximos 25 años. Y a partir de ahí habrá que analizar la demanda de perfiles profesionales para cubrir las necesidades de dicho plan y el número de plazas que habrá que cubrir. Los planes de estudio y el número de candidatos a estudiar cada carrera universitaria deberían ajustarse en función del plan de productividad de nuestro país. Aunque eso en estos momentos es ciencia-ficción.
Nuestros jóvenes universitarios son los cimientos sobre los que tenemos que basar las transformaciones de nuestro tejido empresarial y social si queremos volver a la senda de la prosperidad.
Es un drama para nuestro país que nuestros jóvenes se planteen emigrar porque no ven futuro en España. Las consecuencias pueden ser incalculables. Tenemos un referente a menor escala, que es el éxodo rural, en el que la gente joven emigró a las grandes ciudades en busca de un porvenir, dado que en el medio rural apenas había fuentes de empleo, los servicios eran escasos y el acceso a la enseñanza era más limitado. El resultado fue la despoblación y el empobrecimiento del medio rural.
Además, España se ha convertido durante los últimos años en un país receptor de inmigración de baja cualificación. Si ahora se convierte en emisor de emigración de alta cualificación, solo queda aplicar una de las reglas de aritmética elementales, la resta, para ver qué es lo que nos queda y el perfil de país en el que nos vamos a convertir.
Creo en los jóvenes universitarios españoles. Como formador, confío en su preparación, sus destrezas y su actitud. Tienen una vida por delante, pero un futuro incierto. Me gustaría que se quedaran en España a desarrollar su profesión, pero si esto no es posible… Hallo Deutschland!!!
ANEXO: Algunas recomendaciones para jóvenes inquietos: Busco trabajo
Raúl Iglesia dice
En primer lugar quisiera felicitarte por este análisis.
Lo de este país es de locos. Tiramos el dinero en bobadas y mientras tanto perdemos a nuestra juventud.
Vamos camino de ser un país de servicios básicos y nada más.
Phoenix dice
Hola Javier,
Ya tenía ganas de leer uno de tus posts! Y sinceramente me ha gustado mucho, porque refleja fielmente la realidad que estoy viviendo.
El acuerdo realizado tanto por Alemania como España, ha sido comentado en mis clases del máster en Estartegia, por suerte contamos con una amplia diversidad de nacionalidades y varios alemanes nos comentaron que en Alemania se rifan a los ingenieros, pero que el motivo de salir a fuera a buscarlos es que nadie quiere invertir el tiempo en esa formación debido a la dureza, por lo que los dirigentes del país van fuera a solicitarlo.
España invierte como bien dices en formar a grandes profesionales, pero el problema es que no somos capaces de valorar esa inversión en conocimiento, ni dar una esperanza de futuro, la cuadrilla que dirige este país sólo piensa en ellos pero lo que no razonan es que sin un plan estratégico, que incremente la productividad, que sea diferente de los demás, que explote nuestros recursos (los jóvenes cualificados), sin eso no hay quien desee invertir un euro y menos su vida, prefiero alejarme de mis orígenes, vivir bien, sentirme valorado, fuera de mi país que sentirme manipulado por una cuadrilla que me lleva al abismo.
Un abrazo,
Carlos del Val.