Hasta hace muy poco tiempo, reparar un aparato que se averiaba era sinónimo de falta de capacidad económica para adquirir un producto nuevo y de mejor calidad que sustituyera al anterior.
La bonanza económica sumergió a nuestra sociedad (¿civilizada?) en un torbellino de capricho y despilfarro sin precedentes, alentado por un afán de obtener crecimiento económico sin límites, convirtiéndola en el mayor productor de residuos del mundo y en una poderosa amenaza para la sostenibilidad del medio ambiente.
Nada ha ocurrido por casualidad. El documental “Comprar Tirar Comprar. La historia secreta de la Obsolescencia Programada”, denuncia que detrás de esta evolución perniciosa de los habitantes de los países desarrollados está la mano oscura de grandes productores industriales. Han limitado la vida de los productos que fabrican para obligar al consumidor a realizar compras frecuentes y repetidas para mantener activo el ritmo de constante crecimiento de nuestra economía.
La obsolescencia programada es la planificación del fin de la vida útil de productos y servicios. Es la intrahistoria de nuestro modelo capitalista y el motor secreto de nuestra sociedad de consumo.
En nuestra vida cotidiana anhelamos poseer productos, vivir la experiencia de estrenar, de renovar, de cambiar los productos que tenemos por otros nuevos. Cualquier excusa es suficiente para tomar la decisión de comprar. A veces, compramos incluso muchas cosas que ni siquiera necesitamos.
Según los autores del documental, esta connivencia entre fabricantes se fraguó en los años 20 para incrementar las ventas de los productos que fabricaban. Se cimentó en los años 50 con el estilo de consumo americano y, hoy en día, sigue siendo una práctica habitual en muchas empresas y sectores.
Resulta creíble, especialmente cuando revisamos nuestro comportamiento reciente ante el consumo cuestionándonos cada cuánto hemos cambiado de móvil durante los 5 últimos años, o cuándo se produjo la primera avería de nuestro coche, cuánto dura un ordenador sin dar problemas o con qué rapidez se deterioran las prendas de nuestro vestuario.
Nos hemos acostumbrado a tener de todo aunque sea de peor calidad. Lo sabemos, lo aceptamos e incluso reconocemos que hace años las cosas duraban más tiempo. Pero parece no importarnos.
¿Qué pasaría si los productos que adquirimos duraran ilimitadamente o durante muchos años? ¿Se incrementaría su precio? ¿Garantiza la obsolescencia programada que se genere empleo en las fábricas? ¿La producción a bajo coste en países emergentes es una etapa más en la estrategia de acortar el ciclo de vida de los productos? ¿Reduciríamos el impacto medioambiental de nuestros residuos consumiendo productos más duraderos y fabricados con materiales biodegradables? ¿Por qué seguimos consumiendo recursos naturales a gran velocidad sabiendo que son limitados e irremplazables? ¿Por qué se dice que se quieren satisfacer las necesidades del consumidor cuando en realidad se pretende crear un consumidor insatisfecho que siga demandando nuevos productos?
Son muchos los interrogantes que deja en el aire el documental. Utiliza ejemplos que ilustran que nuestra sociedad tiene capacidad para fabricar productos de gran duración y resistencia pero que, paradójicamente, se incentiva todo lo contrario.
El caso más llamativo es el de la bombilla de la estación de bomberos de Livermore (California), que lleva desde el 18 de junio de 1901 funcionando ininterrumpidamente. Si hace más de 110 años se podían fabricar bombillas con una vida útil tan larga, por qué no se hace ahora. Según se expone en el documental porque en 1924 los principales fabricantes de bombillas del mundo crearon un Cártel, al que denominaron Phoebus, cuya misión era controlar la producción mundial y garantizar que los ciudadanos compraran bombillas con regularidad. Para lograrlo, limitaron la vida de cada bombilla a 1.000 horas.
Por otra parte, existen corrientes de pensamiento que denuncian esta situación que fomenta el estilo de vida despilfarrador de los países avanzados y que, generalmente, concluye en países del Tercer Mundo que se han convertido en auténticos vertederos de nuestros residuos electrónicos.
Algunos de los que son más críticos con nuestra sociedad consumista proponen como alternativa imitar el círculo virtuoso de la Naturaleza, que convierte lo que no necesita en nutrientes para otros organismos. De este modo, la industria debería sustituir los componentes tóxicos utilizados en el proceso de fabricación de muchos productos por sustancias biodegradables, por ejemplo.
Entre las corrientes de pensamiento que creen que es posible una vida sin obsolescencia programada, destaca la del Decrecimiento, que aboga por una disminución controlada de la producción económica con el objetivo de reducir nuestra huella ecológica, el despilfarro, la sobreproducción y el sobreconsumo.
Todos somos conscientes de que nuestro querido, pero maltratado, planeta no es ilimitado. Los recursos se agotan, la superficie vegetal se está reduciendo, hay especies animales que desaparecen, el cambio climático tendrá consecuencias irreversibles, pero sigue sin importarnos. El reportaje finaliza con una cita de Gandhi que hace referencia a esta idea: “El mundo es suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos pero siempre será demasiado pequeño para satisfacer la avaricia de algunos“.
Quizás los defensores de la obsolescencia programada encuentren la solución a éste y a otro problema estrechamente relacionado, la superpoblación del planeta. ¿Idearán alguna estrategia para programar la eliminación de las personas que se consideren obsoletas (o con baja capacidad adquisitiva para consumir) reduciendo así el tamaño de la población?
MISCELÁNEAS dice
Me ha gustado mucho esta entrada, ademas es un tema que hace poco yo también trate en mi blog a raiz de ver el documental : comprar tirar comprar. Me hizo hacerme muchas preguntas, lamentablemente muchas de ellas sin respuestas. Te dejo el link por si quieres pasarte por mi blog:
http://miscel-neas.blogspot.com/2012/01/obsolescencia-programada.html
encarna dice
la exposición es muy acertada , sólo tenemos que darnos cuenta en la basura que generamos todos los días en un hogar . Sin ir más lejos en mi casa el 80 % son envases de productos de los cuales en su mayoría podrían ser reutilizados. ¿ por qué acaban en un contenedor… ?
Tenemos una mayor conciencia medioambiental , hay una mayor cultura pero no es suficiente. Las empresas aplican costes para el diseño , packaging del producto que repercute en e precio final del producto , consumidor y poco más. Ese envoltorio que con tanto amor ha sido diseñado aparece en el contenedor , prefieren pagar a un sistema sig que reformular buenas prácticas con el usuario final , su reutilización y fidelización. En fin en hay paises que se reutiliza el 98% de los envases únicamente porque al cliente le retornan económicamente una parte del del precio del producto. Todos tenemos la oportunidad de reinventar nuestros procesos , mejorar nuestra cadena de suministro y aportar valor a nuestra sociedad el único inconveniente a todo ello es el conformismo y la comodidad .
Javier Martinez dice
Hola a Todos
Leyendo el otro día la vanguardia, encontré una entrevista con Tim Jackson. Hablaba de PROSPERIDAD SIN CRECIMIENTO.
También os recomiendo el informe «roadmap to a resource efficient Europe» de la Comisión Europea
Mi proyecto fin de carrera (lo he postpuesto hasta los 50 años) trata este tema, espero que con suficiente profundidad.
Es muy ilustrador sobre las dinámicas poblacionales, los estudios y ecuaciones de Lotka-Volterra. Solo asi se puede entender el mundo
Jose - chocolate dice
Me gusta el comentario de Javier Martinez, siempre nos han inculcado que la prosperidad se debe al consumismo, es bueno que haya otra alternativa menos costosa al medio ambiente
movilnet dice
Continua el buen trabajo que tienes con tu pagina. felicitaciones!
bbva servicios dice
Mi amigo me recomendo este sitio web y estaba en lo correcto. Este sitio web realmente me alegró el día. No te puedes imaginar cuánto tiempo había surfeado por este tipo de aclaracion ! Gracias!
Pink dice
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